Carly Gregg, de 15 años, también recibió 10 años más de cárcel por manipulación de pruebas, que deberá cumplir simultáneamente, informaron medios locales.
Una adolescente acusada de matar a sangre fría a su madre y dispararle a su padrastro fue condenada a cadena perpetua ayer viernes 20 de septiembre del 2024 por un jurado de Mississippi, Estados Unidos.
Carly Gregg, de 15 años, también recibió 10 años más de cárcel por manipulación de pruebas, que deberá cumplir simultáneamente, informaron medios locales.
Gregg fue procesada como un adulto y había rechazado en agosto del 2024 un acuerdo de culpabilidad ofrecido por los fiscales, con el que habría recibido 40 años de prisión bajo custodia del Departamento de Correcciones del estado. Por tal motivo, esta semana tuvo lugar su juicio, que se prolongó varios días.
El pasado martes 17 de septiembre del 2024, durante el segundo día de juicio, se reprodujo un video de una cámara de vigilancia de la casa de la familia.
En las imágenes, que corresponden al 19 de marzo del 2024, se ve a Carly entrar y atravesar la cocina y deja de ser visible. Poco después se escucha un primer disparo seguido de un grito, y luego dos disparos adicionales.
A continuación, la joven vuelve a aparecer en la cocina, y, tranquilamente, toma un teléfono celular del mesón y comienza a escribir.
Los hechos
Según la investigación, ese día Gregg corrió al dormitorio de su madre, Ashley Smylie, donde le propinó tres disparos en la cabeza. Según su padrastro y pareja de la víctima, Heath Smylie, su esposa guardaba una pistola Magnum calibre .357 junto a la cama.
Una vez perpetrado el ataque, Carly le mandó un mensaje de texto a Smylie, haciéndose pasar por su mamá, preguntándole si llegaría pronto. El hombre, que se encontraba trabajando, respondió creyendo que era su esposa y llegó al domicilio poco menos de una hora después.
Según contó en el juicio, al entrar en la casa, la adolescente, enloquecida y asustada, le disparó a bocajarro, pero solo consiguió rozarlo en el hombro con un segundo disparo. Tras un tercer disparo, trató de desarmarla antes de que huyera. Aproximadamente media hora después fue capturada por la Policía.
En una audiencia preliminar realizada en abril, trascendió que, antes de atacar a su padrastro, Gregg invitó a una amiga a ver el cadáver de su madre.
Convenció a esa persona de que la visitara, diciéndole que se trataba de una emergencia, le preguntó si alguna vez había visto un cadáver y luego procedió a mostrarle el cuerpo de Ashley.
Los investigadores señalaron que además le mostró a su amiga el arma homicida y le dijo que había disparado tres veces a su madre y a su padrastro.
El posible motivo
Por otro lado, y con base en el testimonio de un amigo de la acusada, la adolescente estaba preocupada porque su madre había descubierto que fumaba marihuana. Los fiscales afirman que, cuando Ashley Smylie llegó a casa ese día de marzo del 2024, revisó la habitación de su hija y encontró vaporizadores. Señalan que fue en ese momento cuando Carly hizo lo impensable.
Durante los argumentos finales a principios de esta semana de septiembre del 2024, el fiscal estatal Michael Smith le dijo al jurado que la acusada “sabía exactamente lo que estaba haciendo y conocía la diferencia entre el bien y el mal“.
Asimismo, no había mostrado ningún remordimiento por lo que había hecho, según la fiscal estatal de Misisipi, Kathryn White Newman.
¿Problemas mentales?
No obstante, la defensa de Gregg argumenta que la adolescente tenía problemas de salud mental y el día del crimen sufrió una “crisis” y no recordaba el tiroteo.
El pasado miércoles 18 de septiembre del 2024, el psiquiatra Andrew Clark indicó que se le había diagnosticado trastorno bipolar II, caracterizado por la irritabilidad y la depresión, y que se le había cambiado la medicación una semana antes del asesinato.
Al mismo tiempo, dijo que no tenía suficiente información para determinar si esa situación era la causante de sus acciones.
Según el especialista, la medicación empeoró los cambios de humor de la paciente el día del tiroteo e hizo que escuchara voces. No obstante, la propia Gregg negó haber sentido eso último o sufrir de lapsos en su memoria, lo que contradijo el testimonio del psiquiatra.
Además, aunque sus abogados afirmaron que amaba a su madre y a su padrastro y que no tenía antecedentes de violencia, una consejera profesional autorizada, que se reunió con la menor nueve veces antes de los tiroteos, señaló que tenía pensamientos intrusivos y perturbadores, se enojaba fácilmente y tenía problemas para dormir.
Por otro lado, el psiquiatra forense Jason Pickett, que testificó en el caso, determinó que Gregg era competente para ser juzgada y que no cumplía con los “estándares de locura” en el momento del delito. Ella conocía la naturaleza, calidad e ilicitud de sus acciones durante ese día”, aseveró.